MI LENTO CAMINAR

Hoy en la mañana, Lalo, el loquito del camellón, se paró junto a su perro y desde lejos me gritó: “¡Ánimo, dale más recio!”. Yo seguí caminando igual, pero al pasar junto a él puso cara de indignación y, con las manos en la cintura, movió la cabeza como negando algo, y dijo: “El Pinto camina más y con basura en la boca”. Yo puse cara de culpable y le dije: “Es que no me deja el doctor”, y le dio un ataque de risa. Estuve a punto de explicarle todas mis limitantes, las fallas de mi carrocería, pero no lo hice, solo le grité desde lejos: “Lo juro”.

También pasó junto a mí una viejita —anciana de verdad, como abuelita de Caperucita—, apenas podía levantar los pies del piso, ah, pues me rebasó, y no contenta con eso, al pasar me dijo: “Otra vez le voy a ganar”. Yo ni siquiera la había visto, ni sabía que estábamos compitiendo y menos que yo siempre perdía. Nada más le sonreí, un poco apenada.

Sé que camino con lentitud, lo que no sabía es que era tan evidente. Demasiadas humillaciones para un solo día. Estoy a punto de cambiar la hora de mi caminata.

Cuerpo a cuerpo. Crónica de luchas cotidianas

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Hoy en la mañana, Lalo, el loquito del camellón, se paró junto a su perro y desde lejos me gritó: “¡Ánimo, dale más recio!”. Yo seguí caminando igual, pero al pasar junto a él puso cara de indignación y, con las manos en la cintura, movió la cabeza como negando algo, y dijo: “El Pinto camina más y con basura en la boca”. Yo puse cara de culpable y le dije: “Es que no me deja el doctor”, y le dio un ataque de risa. Estuve a punto de explicarle todas mis limitantes, las fallas de mi carrocería, pero no lo hice, solo le grité desde lejos: “Lo juro”.

También pasó junto a mí una viejita —anciana de verdad, como abuelita de Caperucita—, apenas podía levantar los pies del piso, ah, pues me rebasó, y no contenta con eso, al pasar me dijo: “Otra vez le voy a ganar”. Yo ni siquiera la había visto, ni sabía que estábamos compitiendo y menos que yo siempre perdía. Nada más le sonreí, un poco apenada.

Sé que camino con lentitud, lo que no sabía es que era tan evidente. Demasiadas humillaciones para un solo día. Estoy a punto de cambiar la hora de mi caminata.